He seguido con interés el inicio de las labores escolares y los anuncios del Ministerio de Educación sobre posibles incrementos de sueldos para los maestros.
Me ha llamado la atención ver que se trata de temas administrativos fundamentales para mantener el barco a flote, que han desgastado enormemente a los involucrados. Esta dinámica merece una reflexión.
Si decisiones de esta naturaleza son verdaderas empresas de gestión pública, me pregunto quién tendrá la energía para liderar una verdadera reforma del sistema educativo en el Perú que realmente mejore el aprendizaje de los niños y niñas más pobres. Quizás sea un poco fatalista el planteamiento, pero merece consideración ahora que los políticos calientan turbinas para el período electoral.
Hay decisiones de fondo que trascienden las decisiones administrativas y que solo son posibles en determinados contextos políticos. Son cuestiones para las cuales el Perú necesita un liderazgo entusiasta, un gobierno que pueda jugársela a fondo por la educación.
El tema comienza por encarar los debates educativos con una perspectiva de infancia. Esto rara vez sucede. La discusión suele ser dominada, por ejemplo, por el derecho de los maestros, las posiciones del Gobierno o las condiciones del local de la escuela. Pero regularmente se omite pensar en los derechos de los niños y niñas dentro de la escuela.
Actuar desde el Estado o desde la sociedad civil, pensando en el niño como persona y no como beneficiario, significa hacerlo con otro paradigma. En este caso, nuestras decisiones buscan garantizar derechos que son exigidos por los padres de familia y los mismos niños.
Este es un enfoque que es relativamente fácil de predicar en discursos. Ponerlo en marcha, sin embargo, cuesta dinero y capital político. ¿Habrá condiciones para garantizar el derecho a una educación intercultural bilingüe “sí o sí”? ¿Existirá el liderazgo en el Perú que evite que los niños pobres extremos vayan siempre a los colegios de extrema pobreza? ¿Estará condenado el Perú a dar respuestas pobres a los niños pobres?
Conversando con muchos colegas de la sociedad civil me he dado cuenta de que no es falta de planes. Hay muchos de ellos con lineamientos de política más o menos similares cuyo nombre es modificado por la administración de turno. Este es un piso ganado y como en otros temas, el Acuerdo Nacional es un buen punto de partida. Ahora los niños esperan que se abandone el síndrome de Adán (es decir, pensar que no hay pasado y que se es el primero y el único) que es tan característico en América Latina y por el cual los nuevos gobiernos comienzan de cero en educación.
En períodos electorales siempre hay retos. Desde el punto de vista de los niños (que, por supuesto, no votarán), el Perú necesita una candidatura que eleve la educación en el país. Un líder que estimule la idea del derecho de los pequeños, aproveche la descentralización para mejorar la calidad educativa, dé prioridad al desarrollo infantil temprano, crea en la educación intercultural bilingüe como derecho y no como reivindicación y, sobre todo, esté dispuesto a jugársela a fondo si es elegido.
Fuente: El Comercio – OPINIÓN
Fecha: Sábado 26 de Marzo de 2005